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Saúl nombró entonces a David jefe de su ejército, una medida que convirtió a David en uno de los líderes más queridos del país. La creciente popularidad de David acabó siendo motivo de preocupación para Saúl, que temía que David ansiara más poder y deseara deponerlo. Saúl hizo planes para matar a David; sin embargo, su hijo Jonatán le advirtió de los planes de su padre y David pudo escapar a un lugar seguro, escondiéndose durante algún tiempo en el desierto.